Pedro Martín Almendro, referente de la cultura malagueña
Málaga, 11 de marzo de 2025
NECROLÓGICA
Pedro Martín Almendro, referente de la cultura malagueña
Le decíamos adiós en una mañana de sábado, donde, inesperada, quiso estar presente la lluvia, que semejaba caer en lágrimas de despedida. Allí, entre tantos amigos que nos concentrábamos para arropar a una familia rota por el dolor, envuelta en ese vacío inmisericorde de la ausencia, todos inundados por el velo color sepia de recuerdos que se iban y venían en flashes instantáneos, dejando la nostalgia de tantos momentos compartidos. Al despedirnos, sorpresivamente despejaba el día, con un premonitorio cielo azul que el sol exageraba con diáfanos ribetes de luz, aquella luz cenital que los pintores del Renacimiento asociaban con la Gloria.
Conocí a su padre, Manuel Martín Almendro, abanderado del empresariado malagueño en último cuarto del pasado siglo. Siendo quien instalara el primer hipermercado en Málaga, hoy Carrefour Los Patios. Era propietario de la concesión de Seat en la ciudad. En 1997 fundó la Confederación Empresarial de Málaga, CEM, a la vez que estrenaba su presidencia. Dos años después participó en la creación de la andaluza, CEA, de la que fue asimismo primer presidente, cargo que también ocupara en la Cámara de Comercio malagueña durante largos años.
Fuente nutricia, papel ancilar de su padre, que falleciera siendo Pedro todavía muy joven y, teniendo que tomar la égida en los negocios familiares en tiempos difíciles. Era hombre de letras, todo aquello le debió generar la presión y el desasosiego de lo imprevisto, de lo nuevo, en un marco donde la competencia era dura en los negocios y los bancos acostumbraban a echar el freno en la concesión de los créditos.
Bachillerato en Lengua alemana por la Universidad de Granada, dominaría con el tiempo cinco idiomas, licenciándose en Derecho, así como obteniendo la diplomatura en Filosofía y Letras en sus aulas. Master en Dirección de Empresas por la Politécnica de Madrid; Experto Universitario por la UNED en la gestión de Entidades Sin Ánimo de Lucro; Alta dirección por San Telmo en Instituciones Sociales. Miembro del Grupo de Investigación de la Universidad de Málaga en Literatura Española; Profesor asociado de Derecho Civil en la Facultad de Económicas de la UMA. Abogado en ejercicio, experto en área de derecho del arte, fundaciones y responsabilidad social corporativa. Fue consejero ejecutivo de Art Natura y director general del Grupo Los Naranjos. Pero lo que más le marcara en su vida profesional sería la dirección de nuestra querida Fundación Málaga (2002/2016), dedicada al mecenazgo cultural, donde coordinó más de una veintena de exposiciones de arte, conciertos de todo tipo, cerca de cuarenta ediciones de libros y catálogos, DVDs, videojuegos, etc. Todo ello, dando un impulso inusitado a la misma y, donde empleó además de sus conocimientos culturales, solidos criterios empresariales. A ella se entregó con auténtica vocación y entusiasmo, insertándola como un referente sólido en el tejido cultural de la ciudad, que empezaba dar un giro vertiginoso de la mano de su alcalde hacia ese esplendor luminoso de nuestros días.
Sabía haber heredado el árbol de la vida sobre el reguero de distinción que marcara su ascendencia, pero eligió descalzarse en el umbral de lo cotidiano, descubriendo lo pequeño que somos y que el valor verdadero está en lo sencillo. En el oficio del espíritu asistido por la humanidad. Por ello lejos de la presunción del saber, de su bagaje de conocimiento, de esa 'finesse' tan especial que le distinguiera, esgrimiría el arma cálida de la modestia para compartirlo en preciadas dosis en los círculos de confianza y en ágoras de aprendizaje para iniciados o para los que no lo eran. Manteniendo lejos su ego, sin la tentación de espetar al otro con su acervo de cultura. Siempre en ese 'aurea mediocritas' del punto medio, alejado del exceso. Pero, recursos que, tantas veces a su pesar, como perlas sueltas, se desprendían en sus conferencias relacionadas con el mundo del arte, o participando en tertulias sobre cultura en radio COPE, a cargo de la crítica de cine en Onda Cero, o colaborando en Diario Sur en artículos de crítica y pensamiento.
Viajero impenitente, lector compulsivo y melómano. Emocionaba su aliento lírico. Hombre de mirada limpia que sabía practicar el arte tan difícil de escuchar. Dotado de especial talento para las relaciones públicas, de 'savoir-faire', de templanza para alcanzar consensos. Diserto, sin rocalla o abalorios que sobrecargaran su actuar o su lenguaje. Pero, sobre todo, amigo entrañable y fiel de sus amigos, de aquellos, como en mi caso, que disfrutaran de ese privilegio durante tantos años. Difícil ser ajeno a su sufrimiento por tan cruel enfermedad, cuando la zozobra transporta el centelleo precario del espíritu, forzado a enfrentarse con firmeza a la debilidad, a lo perentorio del ser humano.
En sus últimos días, cómo olvidarlo, cada mañana seleccionaba un vídeo de canciones de lo más selecto de su bodega de reliquias musicales, para escanciarlo después con el saludo de los buenos días, entre amigos que nos emocionábamos con el siempre tan exquisito detalle. El último recibido tenía fecha del 18 de febrero, solo tres días antes de dejarnos para siempre, era una preciosa versión de 'Sonidos del silencio' por Wayra Ñan Loza, de la tribu de indios Kichwa de Ecuador. Quizás era ese silencio, el deseo postrero que surgía de las cavidades profundas de su alma, tan anhelado en la antesala del descanso, el descanso eterno de los hombres buenos.
A Fátima, su esposa, a sus hijos Adriana, Ignacio y Guillermo, el más entrañable abrazo.