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«Soy un tío normal que ha tenido la suerte de hacer muchas cosas»

Juan Entrecanales

Premio XLSemanal 2025 a los Valores

«Soy un tío normal que ha tenido la suerte de hacer muchas cosas»

Es uno de esos hombres importantes de nuestro país que casi nunca aparecen en la prensa. Coleccionista de arte y actual presidente de honor de Acciona, contribuyó de forma decisiva a la expansión internacional de esta compañía familiar. Desde la fundación que lleva su nombre y otros proyectos filantrópicos, este forjador silencioso da sostén a numerosos proyectos sociales y culturales. Galardonado con el Premio XLSemanal 2025 a los Valores, nos concede a los 90 años su primera entrevista en profundidad.

Viernes, 30 de Mayo 2025, 10:41h

Tiempo de lectura: 11 min

El maletín de trabajo de su padre, cuadros de artistas catalanes heredados por su mujer y lienzos de la colección paterna acompañan a Juan Entrecanales de Azcárate en el despacho de Madrid al que acude a diario por las mañanas. Está jubilado pero activo: está pendiente de su fundación, que da sostén a diversas ONG; otea el mundo del arte (es coleccionista); acude a conferencias; visita –poco– las oficinas de Acciona, la empresa familiar de la que es presidente de honor... Son actividades discretas porque no le gusta figurar, prefiere la segunda fila, dice. De siempre ha esquivado a los medios. Esta es su primera entrevista personal.

Juan Entrecanales. Mi hermano tuvo a mi padre de profesor en la escuela y de jefe en la oficina. Y eso es brutal. A mí me gustaba la arquitectura, pero no dibujaba muy bien. Y mi padre me dijo: «Déjate de arquitectura y haz industriales». No era fácil. Ingresar eran tres o cuatro años de preparación, depende de lo listo que fueras. Yo pasaba las tardes en una academia donde te abrían la cabeza, haciendo problemas de física, de química, de matemáticas. 

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Coleccionista. Entrecanales, en el Centro Cultural de San Marcos, en Toledo, con parte de su colección. Reconocido coleccionista de arte, ha apostado siempre por los jóvenes artistas. Es también socio de la Sociedad Geográfica Española y de varias organizaciones filantrópicas.

XLSemanal. Estudió Ingeniería Industrial siendo su padre profesor de Caminos. 

Juan Entrecanales. Mi hermano tuvo a mi padre de profesor en la escuela y de jefe en la oficina. Y eso es brutal. A mí me gustaba la arquitectura, pero no dibujaba muy bien. Y mi padre me dijo: «Déjate de arquitectura y haz industriales». No era fácil. Ingresar eran tres o cuatro años de preparación, depende de lo listo que fueras. Yo pasaba las tardes en una academia donde te abrían la cabeza, haciendo problemas de física, de química, de matemáticas. 

XL. ¿Se planteó estudiar otra cosa? 

J.E. Mi padre ya había creado una sociedad, íbamos a trabajar en la empresa, era bueno que estudiáramos Ingeniería. 

XL. Ha tenido cargos de responsabilidad desde joven. 

J.E. A los 35, en 1970, mi hermano –dos años mayor que yo– ya era gerente y yo, gerente adjunto. Siempre me ha admirado esa entrada de dos jovencitos en una sociedad llena de ingenieros. Y con un personal de un nivel estupendo porque mi padre, como era profesor en la Escuela de Caminos, fichaba a los mejores. Había un equipo bárbaro. Éramos unos imberbes respecto a unos tíos que llevaban ya años en la empresa y que eran mucho más listos y estaban mejor preparados que nosotros. Gracias a su ayuda nos fuimos incorporando a la empresa. 

«Creamos el Círculo de Empresarios con el objetivo de defender la economía de mercado, porque vimos que sin economía de mercado no hay democracia»

XL. ¿Ser ingeniero es una manera de ser especial?

J.E. Te abre la mente para aprender. Yo entonces ya iba por las tardes a la oficina, aunque estaba estudiando todavía. Hice el proyecto fin de carrera –un paso elevado en la entrada de la avenida de América– y me dieron el primer premio. Eso me dio mucha satisfacción. Pero quiero apuntar una cosa sobre mí que es importante. Siempre he mantenido un perfil bajo. Me siento muy honrado con este premio, pero no me gusta sacar pecho. Mi madre era mucho de bajarnos los humos. Mi familia no ha sido de sacar pecho. Me da vergüenza hablar de mí. Esta es la primera entrevista que me hacen para hablar de mí. Soy un tío normal que ha tenido la suerte de hacer muchas cosas que le han gustado... Y, además, ahora me dan un premio. Pero no es ese mi carácter. Hay gente que busca premios. Yo no. 

XL. Arco le ha premiado por su colección de arte. ¿Siempre ha coleccionado?

J.E. Llevo 60 años, desde que me casé, y no tiene mucho mérito porque lo hemos mamado. Mi padre coleccionó desde siempre pintura del siglo XIX y del XX. Yo tengo una colección bastante buena de artistas españoles del siglo XXI. Se ha expuesto en Toledo. Me divierte el coleccionismo no solo para verlo yo en mi casa, sino para mostrarlo moviéndolo por ahí. 

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Expandir la ayuda. La Fundación Juan Entrecanales de Azcárate lleva casi 20 años dando apoyo económico a proyectos de distintas ONG. Sus ayudas se han repartido por 26 países, y en España, entre otras iniciativas, facilitan la integración laboral de personas con discapacidad psíquica; suministran atención a personas mayores con deterioro cognitivo y ayudan a la inserción laboral de mujeres víctimas de la violencia. En la imagen, un programa de soluciones habitacionales en Níjar, uno de los proyectos de la fundación.

XL. Uno de los cuadros de su despacho es del puente de San Telmo de Sevilla. 

J.E. Ahí es donde empieza la empresa. Mi padre trabajó como ingeniero en Hidrocivil. Cuando el rey Alfonso XIII va a Sevilla, le dicen que se está construyendo el puente de San Telmo y que la rasante corta la vista de la Torre del Oro. Preguntan: «¿No se puede bajar? Que vengan los ingenieros». Ahí estaban Alfonso XIII y Rafael Benjumea, ministro de Fomento, y va mi padre, que es un jovencito de 28 años, a opinar sobre la posibilidad de bajar la rasante. Y el ministro dice: «Se puede con unos gatos». Y mi padre contesta: «Tendrán que ser tigres». Y el ministro lo fulmina. Este jovencito que viene aquí a poner en duda lo que dice el ministro... El caso es que hicieron la obra, y el gerente ve que hay un chico listo y le dice: «Por qué no se asocia usted con este contratista de obras Távora y le subcontrato parte de la obra». Ahí empieza Entrecanales y Távora, en 1931. 

XL. Vivió en Sevilla de pequeño. 

J.E. Vivíamos en el barrio del Porvenir y cada día me llevaban al colegio alemán por una calle diferente porque iba llorando. Seguí con el alemán en Madrid, pero me cambiaron al colegio Estudio porque a mi madre, que no era franquista, eso está claro, le gustaba más su formación porque era mixto y por la relación de su familia con el Instituto Escuela.

XL. Su familia materna era republicana.

J.E. Sí. Gumersindo Azcárate, mi tío abuelo, fue uno de los creadores de la Institución Libre de Enseñanza. Mi abuelo era ingeniero militar y mis tíos, todos republicanos. A mi tío Pablo Azcárate, que era funcionario de la Sociedad de Naciones en Ginebra, lo llama Negrín para que vaya de embajador a Londres y está ahí durante la guerra. Le entregó los trastos al duque de Alba, que fue el primer embajador de Franco. Los Azcárate, todos exiliados. Mi tío Justino Azcárate se fue a Venezuela.

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La Fundación Entrecanales desarrolla también programas de educación para jóvenes con parálisis cerebral.

XL. Ha cumplido 90 años. ¿Imaginaba su vida como ha sido?

J.E. No me ha dado tiempo a pensar muchas cosas. He trabajado con intensidad: me tocó la digitalización de la empresa, la internacionalización... Una obra impresionante que cambió todo fue la construcción del puerto de Ensidesa en Avilés. Es una obra donde hubo 10.000 obreros trabajando. Fue impresionante. Se dragó toda la dársena de Avilés y se rellenó todo para poner la siderurgia encima. La cimentación se hacía con pilotes y se decía que si se ponían esos pilotes en fila llegaban desde Madrid a El Cairo. 

XL. Participó en la creación del Círculo de Empresarios. 

J.E. Es un think tank que se constituye para defender la economía de mercado, porque vimos que sin economía de mercado no hay democracia. 

«Me apasiona la inteligencia artificial. Es la nueva revolución que está cambiando el mundo. Pero yo ya he llegado tarde...»

XL. ¿Por qué creó su fundación? 

J.E. Porque quería hacer algo para ayudar. Es sobre todo social, también de cooperación al desarrollo y cultural. Hay un patronato en el que estamos mi mujer y yo, nuestros hijos y nietos. Durante el año se presentan proyectos de ONG, y el Patronato elige una serie de ellos y los financia. Son proyectos admirables y muy diferentes.  

XL. Da satisfacción. 

J.E. Sí, damos ayudas de entre 30 y 100.000 euros. Y ahora en lo que estamos es en no dar solo dinero, sino también en ayudar a las ONG a gestionar los proyectos. 

XL. ¿Le costó jubilarse? 

J.E. Me jubilé a los 71. Y no me costó porque siempre he tenido cosas que hacer. Yo no sé estar parado sin hacer nada. Ahora el campo me da mucho trabajo y sigo coleccionando.

XL. Le interesa la agricultura. 

J.E. Tengo una finca con un olivar superintensivo y pistacho. Lo único malo es que hasta que eso produzca… yo no sé si lo voy a ver, porque el pistacho necesita cinco o seis años para producir. Además, en el campo tengo los cuadros. Es ahora mi centro de trabajo.

XL. ¿Le da pena quedarse fuera de las innovaciones actuales?  

J.E. Me interesa y me apasiona la inteligencia artificial. Es el gran cambio, la nueva revolución. Estamos en la época que va a cambiar el mundo. Lo está cambiando. Y yo he llegado tarde. Todavía soy presidente de honor de la empresa, pero no doy ninguna lata.    

XL. ¿La tecnología le interesa?  

J.E. Claro. Ahora el problema es la conciencia de los robots, si tienen empatía. Yo uso muy poco ChatGPT. El otro día le pregunté sobre el recorrido que hacer en mi barco este verano.

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Siempre activo. Entrecanales en la sede de su Fundación, a donde sigue acudiendo a diario.

XL. Usted, que vivió la generación de la concordia, la Transición... ¿Cómo ve el momento actual?

J.E. Lo veo mal. Internacionalmente mal con el señor Trump que ahora resulta que es amigo de Putin. Ha cambiado totalmente el panorama. Los pobres europeos lo vamos a pasar fatal. Y luego aquí, a nivel español, pues tenemos un Gobierno que yo creo que está todo el rato en la línea roja de saltarse las reglas del juego. Soy de la Fundación Hay Derecho: la separación de poderes es fundamental que funcione. Y si no funciona, pues acabamos en una autocracia.

XL. ¿Nunca ha escrito un libro o poemas o pintado?

J.E. No. A mis hijos les cuento batallas de la posguerra, de mi infancia en Madrid, de cuando subía las pistas de esquí de Cercedilla andando. Y me piden que escriba algo.

«No soy muy religioso, soy agnóstico. Ojalá que haya un Dios y un cielo. Qué suerte tienen los creyentes. Yo tengo dudas»

XL. ¿Sigue esquiando?

J.E. He esquiado desde los 5 años. Y he ganado tres carreras hasta en Suiza. Pero amateur, por supuesto. He esquiado hasta los 88 años. Pero ahora la cadera me ha fastidiado.  

XL. Sí toca instrumentos. 

J.E. He tocado la armónica toda mi vida. Me regalaron una a los 12 años y he tocado de oído. La música me gusta. También he tocado la guitarra. Hubo una época en la que me metía unas maracas en los pies, tocaba la guitarra y la armónica a la vez. Era un hombre orquesta. En mi barco de vela tengo un capitán que toca muy bien la guitarra. Además, canta muy bien. Y he sido muy amigo de Patxi Andión: nos cantaba unas canciones estupendas. A lo mejor pido que en mi lápida ponga «compuso una habanera». De vez en cuando la canto.

XL. ¿Ha compuesto una habanera?

J.E. Sí. [Y la canta]. «Canta, viejo, canta. Sácalo del cuerpo. Canta, viejo, canta lo que tengas dentro, cuenta tus recuerdos, tus penas y alegrías. La vida es muy corta y te quedan pocos días. Aunque a nadie importa. Es tu propia vida, llena de sorpresas, pero muy vivida [...]».  

XL. ¿Es el resumen de su vida? 

J.E. Es un poco mi vida, sí.

XL. ¿Le parece dura la vejez?  

J.E. Me está pareciendo dura sobre todo por la pérdida de movilidad. Todavía voy a Toledo conduciendo. Pero la pérdida de movilidad me está matando. Voy con el bastón y llego a todos los sitios tardísimo. 

XL. Tiene un aspecto saludable. 

J.E. Tengo las rodillas hechas polvo por la artrosis. Voy dos días a pilates y dos días a gimnasia. Pero mis hijos me dicen que tengo que adelgazar.

XL. En lo físico es dura la vejez... ¿y en lo mental? 

J.E. Todavía estoy muy bien de la cabeza. En los últimos años, mi padre estaba fatal porque tenía un párkinson de miedo. Algún día me llegará, a todos nos llega. Cada vez estoy más cerca de la muerte, como es lógico. No soy muy religioso, soy agnóstico. Pongo en duda todo. Ojalá que haya un Dios y un cielo. Los creyentes qué suerte tienen. Yo tengo dudas. De joven he ido a misa. Ahora voy poco. Pero tienes una cultura cristiana, quieras o no quieras. 

XL. ¿No es una suerte que una empresa familiar siga adelante y continúen las siguientes generaciones? En muchas empresas familiares acaban peleados. 

J.E. Esto ha sido posible porque en la segunda generación éramos solo dos hermanos; y en la tercera se han puesto al frente otros dos; y en la cuarta ya empieza a complicarse. Por lo pronto, yo tengo cuatro hijos, quince nietos y seis bisnietos.  

XL. ¿Le preocupa la continuidad?

J.E. Sí, me preocupa, pero ya estaré muerto cuando pase eso. Ya he tenido reuniones con mis hijos y les he dicho que tienen que ponerse de acuerdo. Que sea rotativo, porque son muchos. Y que siempre haya la posibilidad de que alguno de ellos pueda llegar a ser presidente. Es que no tiene que ser el mayor de una familia o varón. Que cada equis tiempo rote. Y soy partidario de que el consejero delegado no sea de la familia, que hoy lo es, porque es muy difícil echar a uno de la familia si lo hace mal.

XL. Ha hecho muchas cosas.

J.E. Sí, y ha estado muy bien pasar desapercibido. No me gusta llamar la atención. Me siento muy honrado con este premio porque estoy al final de mi vida y me queda poco tiempo para que me hagan mucho caso. Los Entrecanales somos vergonzosos de cara al público. Me he desnudado ante ti en esta entrevista porque estamos solos, pero si hubiera habido aquí alguien más te habría dicho la mitad de la mitad.

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